Para mi sorpresa, un buen amigo mío, el otro día me comento: “parece que no, pero gracias a tu insistencia de estos últimos años con que no tirase cosas al suelo, se ha arraigado en mí y ahora ya no solo no ensucio la calle, si no que reciclo”.
Y es que siempre he sido de la opinión de que tenemos un deber en referencia al medio ambiente, y esta idea recae en primera instancia en nuestro entorno más cercano.
Comencé diciéndoles a mis amigos que no debían de tirar basura al suelo Posteriormente la recogía yo del suelo o utilizaba sutilezas como por ejemplo: “se te ha caído ese papel al suelo” o, “¡Mira!, ahí al lado tienes una papelera, y lo has tirado aquí”
Continué diciéndoles que antes que tirarlo al suelo, me lo dieran a mí, y yo lo tiraría a la próxima papelera. Por supuesto predicaba, como se suele decir, con el ejemplo.
Por si mismos, alguno de ellos, empezaron a guardar las cosas en el bolsillo o en la mano para dármelas. Al tiempo acababan con sus bolsillos llenos de envoltorios en sus casas y los tiraban allí. Ahora, ya usan el mobiliario público y depositan en las papeleras los residuos que generan en la calle.
Parece que no, pero una mera insistencia durante unos años puede cambiar la mentalidad de la gente. ¿Por qué? Por pesadez, por coherencia, por convencimiento… por muchas razones, pero una persona puede cambiar al menos una parte de su mundo.
¿Te animas? Cambia parte de tu mundo, recicla, mantén tu ciudad limpia… Como dice el Ayuntamiento de Logroño: ¡Un Logroño limpio, un logro de todos!
Carlos Laorden.