sábado, 6 de octubre de 2012

EL BANCO DEL TIEMPO

Muchas son las personas que desde hace ya unos cuantos meses, de todas las condiciones sociales y gustos políticos, pronuncian delante de mí una frase: "Con la que está cayendo vamos a volver al trueque" y no digo que tengamos que volver al trueque, eso sería una locura absurda. Desde que se invento la moneda, las transacciones se han vuelto mucho más sencillas. El dinero es internacional, los números pueden hacernos comerciar aunque sea en distintas monedas, en cualquier mercado del mundo, no es necesario ir con una mochila llena de objetos que intercambiar, y no solo eso, si no que además no tienes que buscar la persona que tenga filetes de ternera y que quiera o necesite una mesilla de noche, sin hablar de las cantidades y de la percepción de cada uno del valor de las cosas.

Pero, y siempre hay un pero, nos podemos acercar de una manera lógica y con un solo medio de cambio, el tiempo. No es una idea mía, hace muchos años que la leí en un panfleto de un centro joven y me pareció una fantástica idea, tal vez innovadora y que se adapta, o puede llegar a adaptarse a las necesidades actuales, dada la situación de las familias en la actualidad. Es simplemente una hora de mi tiempo, por una hora de tu tiempo, pudiendo ser una o 100 horas, por supuesto. Necesito pintar mi casa, pero necesito ayuda o no tengo idea de como coger ni una brocha, rellenando una sencilla lista de tus aptitudes y conocimientos de los que te ofreces, puedes solicitar esa ayuda si existen compatibilidades en el Banco del Tiempo.

- Soy un chico joven y enseño como tocar la guitarra española y pido que me enseñen a cocinar pato a la naranja.
- Soy una abuelita y necesito que me hagan la compra y me la traigan a casa y puedo enseñar a como hacer ganchillo.
- Soy un universitario y me ofrezco a ayudar a pintar a cambio de que me limpien la casa.

No obstante hay una limitación que no se expone dentro de este sistema. El mayor error que se puede conseguir de esta forma es pensar en hacerlo por evadir impuestos, es decir, en vez de pagar a un carpintero para que te haga un mueble o un fontanero para que te arregle las tuberías, buscar este servicio en el banco del tiempo, evitando el pagar impuestos. Hay que recordar que, sin esos impuestos, no podríamos caminar por las calles, no estarían construidas, carreteras, parques, servicio público de pensiones y sanidad, etc.

Es un yo por ti y tu por mí, no hay contratos de por medio, solo confianza.

¿Alguien necesita que le riegue las plantas?

Carlos Laorden

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